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Reseña de libro

Bauman, Zygmunt (2017). Retrotopía. Barcelona: Paidos Ibérica: 176 pp.

Siglo XXI: ¿Qué fue de las utopías sociales?

 “El conflicto, el antagonismo, ya no es entre clases, sino el de cada persona con la sociedad. No es solo una falta de seguridad, también es una falta de libertad… Las certezas han sido abolidas” — Ricardo de Querol—

            Uno de los elementos más importantes, durante los últimos siglos, que han estado directamente relacionados con el cambio social, han sido las utopías. Asimismo, la relación existente entre utopía y revolución, ha cogido un interesante matiz desde el cual, las sociedades contemporáneas han proyectado sus anhelos e intereses, de transformar su realidad a través de la acción comunitaria y la asociación colectiva. Sin embargo, esta situación de proyección utópica a través de la revolución, ha dado un giro trascendental en el siglo XXI.

¿Qué ha sucedido con las utopías en el siglo XXI? La respuesta no es del todo positiva, y nos aproxima a una visión un tanto pesimista de la realidad social. En este sentido, uno de los elementos que nos conducen a entender la aparente “falta de utopías” en el siglo XXI, tiene que ver con un problema que afecta a los movimientos sociales: alejamiento del colectivismo.  Los movimientos sociales durante el siglo XVIII, XIX y XX, han sido gestores del cambio social, siendo su característica principal, la capacidad de cooperación, asociación colectiva y lucha por llevar a concretar sus demandas por un futuro diferente. Ahora bien, podemos preguntarnos sobre los movimientos sociales del siglo XXI, y nos encontramos algunos elementos que explican su alejamiento de la cooperación mutua y el colectivismo.

            En primer lugar, muchos de los nuevos movimientos sociales, se fraguan en nuevos espacios públicos, como lo son las redes sociales. Esta situación, conlleva a una serie de dificultades, ya que la comunicación misma entre personas a través de la red, cambia la forma en la que nos relacionamos entre individuos de un colectivo, generando bastiones desde los cuales se procura resguardar los intereses de grupos sociales concretos, unidos por una serie de prerrogativas específicas, satisfaciendo sus propias demandas individuales.

            En segundo lugar, ante la aparente falta de nuevas utopías, sumado al escepticismo con el que se observa el porvenir como sinónimo de esperanza y progreso, muchos de estos nuevos movimientos sociales han buscado la utopía en un pasado idealizado, situación que Sigmund Bauman definiría como retrotopía.

            Esta doble situación, caracterizada por la pérdida de sentido de pertenencia a una colectividad mayor a los intereses individuales, junto con la búsqueda de utopías en un pasado idealizado, han dado luces de una vuelta a viejos demonios que azotaron la seguridad y la libertad durante el siglo XX: los fascismos.  En función a esto, se puede sostener que producto de la pérdida de identidad, consecuencia de los procesos de modernización y globalización, han tenido como resultado, la búsqueda desesperada por encontrar en la nacionalidad y el patriotismo, una expresión de identidad. La tónica de este fenómeno, se ha centrado en pensar de la siguiente manera: Me defino en función del “otro” que es diferente, y pretendo con ello, construir una imagen solida de identidad, manipulando el pasado, construyendo un relato histórico, de pertenencia inexistente.

            Esta situación anteriormente descrita, especialmente compleja para los historiadores, se encuentra relacionada con el alejamiento de la disciplina histórica de la sociedad y con ello, una pérdida de sentido  y conciencia histórica para gran parte de la población. Lo que se ha producido en las altas esferas de la historia disciplinar, no ha llegado a los oídos de la sociedad, produciéndose un grave problema de comunicación entre ambos. Nuestra disciplina, hoy más que nunca debe estar comprometida con la sociedad, a través de la búsqueda de historicidad de los problemas del presente en el pasado, procurando encontrar soluciones a los problemas que asedian nuestra época.

            Finalmente, ante la condición actual de los acontecimientos, caracterizados a la manera de Bauman, por la liquidez de la sociedad en la que vivimos, nos han posicionado en un momento histórico nunca antes imaginado, en el que se han “derretido” las instituciones sólidas que marcaban nuestra realidad y con ello, se ha dado paso a una situación donde se tambalea el progreso, se teme por la pérdida de identidad y  los cambios culturales producidos por las migraciones a nivel global. De esta manera, los individuos del siglo XXI, han estado sujetos a un proceso de idealización del pasado como proyección futura, donde el futuro en sí mismo se ha transformado en el horizonte que moldea el presente y el pasado. Ante esta condición, podemos visualizar en la historia posible salida, que nos oriente a tomar posesión de nuestra autoridad como disciplina que trabaja y construye conocimiento crítico sobre los tiempos históricos: presente, pasado y futuro.  De esta forma, para establecer una diferencia significativa y aportar a nuestro presente de manera trascendental, la historia debe reafirmar la sólida base de nuestra experiencia fáctica del pasado, para avanzar en la construcción de un pensamiento del presente, proyectando nuestra labor social en un futuro posible.

            Para profundizar más el tema de la retrotopía y la situación actual de los movimientos sociales, en relación a las transformaciones del espacio público (de la realidad social a la realidad virtual), conviene darle una vuelta al reciente libro de Zygmunt Bauman Retrotopía, obra póstuma que condensa el legado del sociólogo e intelectual polaco, cuyos aportes fueron trascendentales para las ciencias sociales durante la segunda mitad del siglo XX.

Por: Héctor Urrutia

Reseña: Proyectos

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